Habitaban en la Patagonia, al norte del Estrecho de Magallanes. durante los inviernos se encontraban en las zonas bajas (vegas, mallines, costas, orillas de los lagos, etc.) y durante el verano ascendían a las mesetas centrales de la Patagonia o a la cordillera de los Andes en donde tenían entre otros sítios sagrados el cerro Chaltén. Se caracterizaban por ser un pueblo nómade terrestre, no se dedicaron a la navegación. Los tehuelche fueron llamados por los españoles "Patagones", porque dejaban enormes huellas de sus pies en la arena de las playas, dado que envolvían estos con pieles de guanaco.
Se dedicaban a la caza del guanaco y ñandúes, recolectaban todo tipo de raíces y semillas silvestres, Como cazadores nómades, estaban dotados de un vigor y resistencia especial para adaptarse a las duras condiciones del clima austral. Además poseían un metabolismo de las grasas distinto al del habitante actual, logrando eliminarlas más lentamente, lo que contribuía a la mantención del calor corporal. Con la adquisición del caballo, en el siglo XVIII, los Aonikenk ampliaron sus recorridos por la estepa austral mostrando gran destreza en el manejo de este importante medio de transporte, el que tambien se convirtió en parte fundamental de su dieta. Aonikenk y Selk'nam estarían emparentados. Algunas similitudes entre ambos pueblos son las características físicas, como su altura. También tienen un parentesco lingüístico, ya que ambas lenguas provienen de un mismo tronco lingüístico: el Tshon.
Tenían creencias religiosas sencillas, en su mundo actuaban espíritus buenos causantes de alegrías y espíritus malos (llamado Gualicho) que provocaban daños y enfermedades. Sepultaban a los difuntos acompañándolos de sus pertenencias, en tumbas excavadas en el suelo o en cuevas que cubrían con piedras. Los Aonikenk creían que los ancianos muertos se reencarnaban en los niños. Cuando un joven fallecía, su alma vagaba sin destino y quedaba prisionera de la tierra, hasta que cumpliera el tiempo necesario para hacerse vieja. Debido a este pensamiento animista, enterraban a sus muertos con sus objetos personales, sus armas y alimentos. Creían que cuando un miembro de la tribu moría, cabalgaba hacia el otro mundo sobre su yegua, por lo que esta debía ser sacrificada al morir su dueño. Los familiares introducían al difunto, con sus objetos de plata y armas más preciadas, dentro del quillango o manta de guanaco pintada. Luego la sellaban cosiendo todos sus bordes. El modo de enterrar era en posición fetal, con el rostro mirando hacia el oriente y cubriéndolo con pesadas piedras. Los Aonikenk preferían sepultar a sus muertos alejados de la comunidad, en las cumbres de los tchengue o cerros.
Tenían sistemas de creencias basados en mitos, y ritos, no existiendo un sacerdocio sino el tipo de función que suele ser llamada chamanismo
El conjunto de la lengua tehuelche propiamente dicha llamada chon, chonik o tsonek, es una de las lenguas amerindias clasificadas dentro del tronco de macro-panoano, familia Mosetén-Chonán y grupo Chonán.
Se organizaban socialmente en tribus, conformadas por varias familias emparentadas entre sí. El cacique era el encargado de guiar y organizar las cacerías y frecuentes traslados del campamento.
Se dedicaban a la caza del guanaco y ñandúes, recolectaban todo tipo de raíces y semillas silvestres, Como cazadores nómades, estaban dotados de un vigor y resistencia especial para adaptarse a las duras condiciones del clima austral. Además poseían un metabolismo de las grasas distinto al del habitante actual, logrando eliminarlas más lentamente, lo que contribuía a la mantención del calor corporal. Con la adquisición del caballo, en el siglo XVIII, los Aonikenk ampliaron sus recorridos por la estepa austral mostrando gran destreza en el manejo de este importante medio de transporte, el que tambien se convirtió en parte fundamental de su dieta. Aonikenk y Selk'nam estarían emparentados. Algunas similitudes entre ambos pueblos son las características físicas, como su altura. También tienen un parentesco lingüístico, ya que ambas lenguas provienen de un mismo tronco lingüístico: el Tshon.
Tenían creencias religiosas sencillas, en su mundo actuaban espíritus buenos causantes de alegrías y espíritus malos (llamado Gualicho) que provocaban daños y enfermedades. Sepultaban a los difuntos acompañándolos de sus pertenencias, en tumbas excavadas en el suelo o en cuevas que cubrían con piedras. Los Aonikenk creían que los ancianos muertos se reencarnaban en los niños. Cuando un joven fallecía, su alma vagaba sin destino y quedaba prisionera de la tierra, hasta que cumpliera el tiempo necesario para hacerse vieja. Debido a este pensamiento animista, enterraban a sus muertos con sus objetos personales, sus armas y alimentos. Creían que cuando un miembro de la tribu moría, cabalgaba hacia el otro mundo sobre su yegua, por lo que esta debía ser sacrificada al morir su dueño. Los familiares introducían al difunto, con sus objetos de plata y armas más preciadas, dentro del quillango o manta de guanaco pintada. Luego la sellaban cosiendo todos sus bordes. El modo de enterrar era en posición fetal, con el rostro mirando hacia el oriente y cubriéndolo con pesadas piedras. Los Aonikenk preferían sepultar a sus muertos alejados de la comunidad, en las cumbres de los tchengue o cerros.
Tenían sistemas de creencias basados en mitos, y ritos, no existiendo un sacerdocio sino el tipo de función que suele ser llamada chamanismo
El conjunto de la lengua tehuelche propiamente dicha llamada chon, chonik o tsonek, es una de las lenguas amerindias clasificadas dentro del tronco de macro-panoano, familia Mosetén-Chonán y grupo Chonán.
Se organizaban socialmente en tribus, conformadas por varias familias emparentadas entre sí. El cacique era el encargado de guiar y organizar las cacerías y frecuentes traslados del campamento.
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